“Cine Club Itinerante” Omar Ramón González y el impulso por el cine artesanal
- Bárbara González
- hace 2 días
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- Omar Ramón González resalta que el cine artesanal permite preservar historias mexicanas fuera de la cartelera comercial y acercar al público a realidades locales y universales, donde la creatividad y la pasión son más importantes que la tecnología disponible.
- El cineasta recuerda los días del 16 mm, VHS y primeras ediciones no lineales, y subraya que la paciencia y el oficio en set son esenciales, especialmente para el sonido, considerado el “talón de Aquiles” del cine mexicano.
Bárbara González | Torreón, Coahuila.

- Omar Ramón González resalta que el cine artesanal permite preservar historias mexicanas fuera de la cartelera comercial y acercar al público a realidades locales y universales, donde la creatividad y la pasión son más importantes que la tecnología disponible.
- El cineasta recuerda los días del 16 mm, VHS y primeras ediciones no lineales, y subraya que la paciencia y el oficio en set son esenciales, especialmente para el sonido, considerado el “talón de Aquiles” del cine mexicano.
Entre luces que tiemblan, rollos que susurran y cables que parecen prolongar la memoria, Omar Ramón González, cineasta de 51 años, compartió su mirada sobre el cine artesanal y la magia de preservar la experiencia colectiva del séptimo arte. La entrevista se realizó el 19 de octubre de 2025 en el Cine Club Itinerante, ubicado en Calle Chihuahua 598, La Lomita, Centro, Lerdo, Durango, un espacio donde historias locales y universales encuentran su lugar lejos de la cartelera comercial.

Tras la proyección del documental Tutti Frutti, el templo del underground, que rescata la memoria de una generación de artistas independientes, González reflexionó sobre la fuerza del cine como memoria y resistencia. “Ver cómo reacciona el público es un recordatorio de que el cine puede ser un espejo de la realidad y un refugio de creatividad”, señaló.
Para él, proyectos como el Cine Club Itinerante son vitales para mantener vivo el diálogo entre creadores y espectadores, especialmente cuando la exhibición de cine independiente enfrenta constantes retos. “Hoy, filmar es solo una parte del proceso. El verdadero desafío es lograr que la película llegue a quien la necesita”, afirmó.
González rememoró la era del 16 mm, VHS y los primeros sistemas de edición no lineal, cuando cada toma era un acto de fe y cada revelado, una ceremonia. Entre risas, recordó la tradición familiar de grabar momentos cotidianos, proyectarlos en casa y sentir la magia de verse en la pantalla: “Era un acontecimiento, una pequeña revolución doméstica”.
A pesar de la tecnología digital, sostiene que lo que define al cineasta no es la cámara, sino la mirada y la dedicación. Desde experimentos con juguetes como cámaras Fisher Price hasta cámaras profesionales Arriflex y Bólex, González ha aprendido que la creatividad no tiene límites. “El cine se hace con ganas, ingenio y compromiso, no con el último modelo de cámara”, explicó.

El cine mexicano, destacó, enfrenta un gran desafío con el sonido: “Una película puede verse impecable, pero si se escucha mal, se pierde todo. Por eso insistimos en trabajar el audio desde el set y no confiar solo en la postproducción”. La paciencia, la repetición y la resolución de problemas con recursos limitados son parte de su filosofía.
Para González, la esencia del cine está en la autenticidad y la sencillez. “Hazlo bien desde la primera toma. Si algo no funciona, quítalo. El cine no necesita adornos, necesita verdad”, concluyó, antes de cerrar con su reflexión sobre la vida y el cine: “Se trata de observar, esperar el momento justo y tener el valor de apretar el botón”.
Con el Cine Club Itinerante, Omar Ramón González continúa compartiendo su pasión por el cine, llevando historias, enseñanzas y emociones a distintos espacios de la región, recordándonos que el cine sigue siendo un acto de creación y resistencia.

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